Frase de Semana YA

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sábado, 7 de junio de 2014

Primer Capitulo Sixth Grave on the Edge - 06 Charley Davidson

Si aun no haz leído Quinta tumba mas alla de la luz, no sigas leyendo.



SINOPSIS

Pocas cosas en la vida pueden venir entre una parca y su café, pero el atractivo y sensual hijo de Satanás es uno de ellos. Ahora que Reyes Farrow ha pedido su mano, Charley Davidson siente que es hora de aprender más sobre su pasado, pero Reyes se resiste a abrirse. Cuando el archivo oficial del FBI de su niñez cae en su regazo, Charley decide ir a espaldas de su misterioso galán y llevar a cabo su propia investigación. Porque ¿Qué podría salir mal?

Por desgracia, otro caso ha caído en su regazo — Uno con consecuencias peligrosas. Algunos hombres muy insistentes quieren que Charley de caza a un testigo que testificará en contra de su jefe, un actor principal en el organización criminal local. Si Charley no llega con una dirección en 48 horas, las personas más cercanas a ella comenzarán a desaparecer.


Añade a eso un hombre desesperado en busca de su alma perdido en un juego de cartas, una madre tenaz decidida a encontrar el fantasma de su hijo, y un hermoso joven sordo atormentado por su nueva habilidad para ver a los difuntos con mayor claridad que ve a los vivos, y Charley tiene sus manos llenas. El hecho de que Reyes ha capturado su última aventura sólo añade mas leña al infierno de lo que es. Lo bueno es que Charley está acostumbrada a realizar múltiples tareas y siempre esta lista para un desafío ... sobre todo cuando ese desafío se presenta en forma de Reyes Farrow.

CAPITULO 1

Una hoja en blanco es lo único que sé dibujar bien.
                                                                    -Camiseta



- Una chica, un café moca y un hombre muerto desnudo entran en un bar,- dije, girandome hacia el hombre muerto desnudo sentado en el asiento junto al mío. El anciano hombre muerto desnudo había estado haciendo de copiloto de mi Jeep Wrangler rojo cereza, alias Misery, durante dos días. Estábamos en una misión de vigilancia. Algo así. Yo estaba vigilando al señor y la señora Foster, así que definitivamente yo estaba en una misión de vigilancia. Ni idea de en lo que el Hombre Muerto Desnudo estaba. Considerando el hecho de que parecía tener 112 años, probablemente anticoagulantes. Medicación para el colesterol. Y, a juzgar por el estado de su miembro (hombría o masculinidad, dice en realidad, pero hace obvia referencia a eso), el cuál no podía dejar de mirar cada vez que me volvía hacia él, Viagra. Si fuera a hacer hashtag a ese momento, el elegido sería algo así como #impresionada.

    Le di dos pulgares para arriba arriba, entonces devolví mi atención a la casa, feliz de estar sentada en Misery. El Jeep, no el sentimiento. Acababa de recogerla del hospital de autos hacía dos días. Habían tenido que hacerle algunas cirugías para recomponer sus delicadas piezas porque un loco de atar había embestido contra ella. Él la había golpeado hasta llevarla a un estado de deterioro absoluto, mientras que yo estaba en el asiento del conductor totalmente ida. Estuve de esta forma el tiempo suficiente para que el señor Loco de Atar me trasladara a un puente desierto para matarme. Él falló y murió en el proceso, pero Misery había pagado un alto precio por sus viles maquinaciones. ¿Por qué los chicos malos siempre intentan herir a los que amas?
    Y este había tenido éxito. Misery había sido herida. De mala manera. Nadie quería arreglarla. Decían que no se podía salvar. Decían que la llevara al depósito de chatarra. Por suerte, gracias a unas fotos incriminatorias, que al parecer habían encontrado la manera de llegar a mi poder, un amigo de la familia con un taller de carrocería estuvo de acuerdo, aunque con gran reticencia, a intentarlo.
Noni la tuvo por dos largas semanas antes de llamarme para decirme que casi la había perdido en un par de ocasiones, pero que había logrado salvarla con gran éxito. Cuando obtuve luz verde para recogerla, salí corriendo de mi apartamento tan rápido, que dejé una nube de polvo detrás mío y a una desconcertada mejor amiga que me estaba contando sobre la pareja del 3C. Aparentemente eran recién casados, si la energía que tenían para hacerlo -en palabras de ella- todas las noches durante toda la noche servía de indicador. Aún así tuve que volver donde ella ya que no tenía coche y necesitaba que alguien me llevará.

  Cuando recogimos a Misery, Noni intentó contarme todo lo que había tenido que hacer para tenerla recuperada y rodando, pero levanté una mano para pararlo incapaz de soportar lo que me decía. Era sobre Misery que él me estaba hablando. No sobre un Wrangler cualquiera de por ahí. Este era MI Wrangler. Mi mejor amiga. Mi bebé.
   Caramba, necesitaba una vida.

   Aunque, tuve que reconocerselo a Noni. Misery estaba como nueva. Mejor que yo, en todo caso. Desde esa noche había tenido problemas para dormir. Había sufrido agotadoras pesadillas que me dejaban gritando en la almohada y saltaba cada vez que alguien dejaba caer una pluma.
Pero al menos Misery estaba bien. En verdad, demasiado bien. Era raro. Su carraspeo había desaparecido. Su lento tiempo de reacción ya no era un problema. Su resistencia a despertarse por las mañanas mientras farfullaba en protesta cada vez que intentaba encender los motores era ahora inexistente. Ahora arrancaba al primer intento, sin quejarse ni gimotear y ronroneaba como un gatito recién nacido. De qué manera Noni se las había arreglado para componer la parte interna como la externa, nunca lo sabría, pero el tipo era muy bueno. Y Noni se había convertido en mi nuevo mejor amigo. Bueno, después de Misery. Y Cookie, mi mejor amiga de verdad. Y Garret, mi algo así como, un tipo de mejor amigo. Y Reyes, mi… mi…
¿Qué era Reyes? ¿Además del oscuro y apasionado hijo del mal? ¿Mi juguete sexual? ¿Mi amante esclavo? ¿Mi sexo sin compromiso en cualquier momento?

 No.
 Bueno, si.

   Él era todas esas cosa, pero también era mi casi prometido. Todo lo que tenía que hacer era decir que sí a la propuesta de matrimonio que había escrito en un post-it y se convertiría realmente en mi prometido. Hasta eso, sin embargo, era mi casi prometido.
No, el que pronto sería mi prometido.
¡No! El que estaba cerca de ser mi prometido.
Sip, eso funcionaría.
Me giré hacia el hombre muerto desnudo, me metí unas cuantas galletitas saladas con sabor a queso en mi boca y confesé mi último pecado.
-Solamente estaba bromeando.- Le dije con la boca llena de galletas, lamentando el hecho de que solo lo estaba probando y ahora no tenía con qué continuar. Ningún chiste final. -No me se ningún chiste de chicas, cafés moca y hombres desnudos. Siento mucho haberte dado esperanzas sobre el tema.- No pareció importarle, de todas maneras. Estaba sentado mirando al frente, como siempre, sus ojos grises nublados y acuosos por la edad, indiferente a mis encantos, a mi réplica inteligente y a mi ingenio intelectual. ¡Estaba pasando de mi!
Solía pasar.
-¿Galletitas saladas con sabor a queso?- Le ofrecí.
Nada
-Bueno, pero no tienes ni idea de lo que te estás perdiendo aquí.

 Lo único que podía hacer era mantener la esperanza de que un día el hablará conmigo, si no, esto iba a ser una relación muy unilateral. Me sacudí las migas de galleta de las manos y volví al dibujo en el que había estado trabajando. Ya que él no hablaba, no tenía sentido preguntarle por su identidad. Y en mi intento de evitar el contacto visual con el pene de Hombre Muerto Desnudo en los dos últimos días, también había evitado fijarme en varias pistas claves para descubrir dicha identidad. Primero, tenía una larga cicatriz que empezaba bajo su brazo izquierdo, pasaba por su caja torácica, para bajar terminando en su ombligo. Lo que quiera que la había causado no había sido agradable, pero era vital en el proceso de identificación. Segundo, tenía un tatuaje en su bicep izquierdo que parecía de militar de la vieja escuela. Estaba descolorido y la tinta se había difuminado, pero aún se podía apreciar un águila sujetando con sus garras una bandera de los Estados Unidos. Y tercero, justo bajo el tatuaje había un apellido, seguramente el suyo: ANDRULIS. Había cogido mi bloc de notas y mi bolígrafo y estaba dibujando el tatuaje, ya que aún no había encontrado una cámara que pudiera fotografiar a los muertos.

 Hice mi mayor esfuerzo dibujando el tatuaje mientras mantenía en equilibrio la caja de galletitas saladas sobre la palanca de cambios, al alcance de la mano, y mantenía un ojo en casa de los Foster. Penosamente, fracasé estrepitosamente en dos de las tres tareas simultáneas. Especialmente dibujando. Nunca le había cogido el tranquillo. Incluso había fracasado en pintar con los dedos en  la guardería. Eso debía haberme dado una pista, pero siempre había querido ser el siguiente Vermeer o Picasso o, en el peor de los casos, el siguiente Clyde Brewster, un chico con el que fui a la escuela que dibujaba paredes, casa y edificios en explosión. Ni idea de por qué. ¡Pobre de mi!, mi destino no estaba entre líneas de grafito o los trazos de un pincel si no al servicio de los caprichos de gente muerta con TEPT.1 
Bueno, de acuerdo. Podía haber sido peor. Clyde Brewster, por ejemplo, terminó en prisión por intentar hacer explotar un supermercado. Por suerte, se le daba mejor el campo de las artes que el de la demolición. He de decir que me pidió salir unas cuantas veces, también. #DeLaQueMeSalvé

-Ya se que no te apetece desnudar tu alma- dije, mirando el alma cruda y desnuda del señor Andrulis

-hablando de manera figurada, pero si hay algo que quisieras o necesitaras, soy tu chica. Más que nada porque no hay mucha gente en la tierra que pueda verte.

Agregué una sombra a la cara del águila con mi pluma de tinta azul, intentando hacer que se viera noble. Pero no ayudó. Aún parecía bizca.


      -Y los que pueden ver a los muertos por lo general solo ven una niebla gris donde tú deberías estar. O sienten una brisa de aire frío por donde       pasas. Pero yo puedo verte, tocarte, oírte, prácticamente de todo.
A lo mejor si añadía vetas al pico, este se vería más como un águila y menos como un pato.
-Mi nombre es Charley.
Pero estaba usando una pluma. No podría borrar. Mierda. Tenía que visualizar. Los artistas de verdad visualizaban. A este ritmo no llegaría nunca al Louvre.
-Charley Davidson.
Intenté rascar un poco de tinta mientras recostaba el bloc de notas al volante. Lo que logré fue hacerle un pequeño agujero al papel y maldije en voz baja.
-Soy el Ángel de la Muerte - dije entre dientes,- pero no permitas que eso te moleste. No es tan malo como suena. También soy una investigadora privada. Eso tampoco es tan malo como suena. Y no debí ponerle pestañas a tu águila. Ahora parece el Pato Lucas travesti.
Dándome por vencida, escribí el nombre bajo la cosa parecida a un águila que había dibujado, teniendo como consuelo el hecho de que el arte abstracta estaba de moda antes de sacar mi teléfono y sacarle una foto a mi obra de arte. Después de inclinarla a un lado o al otro, intentando encontrar el mejor enfoqué, me di cuenta de que el águila se veía mejor cuando se la giraba de lado. Se veía más masculina. Menos… ave acuática.
Guardé la mejor foto y borré las demás mientras un coche aparcaba en la casa de los Foster. Un nervioso escalofrío recorrió mi columna vertebral. Dejé a un lado mi bolígrafo y mi bloc de notas y tomé un trago de mi batido de café moca, esforzándome por calmarme mientras esperaba para ver quién estaba conduciendo el Prius dorado. Estaba espiando a los Foster, que vivían en un modesto vecindario en Northeast Heights, porque me lo había pedido una amiga. Ella era agente especial del FBI, como su padre antes que ella y este había sido su caso, uno de los pocos sin resolver bajo su supervisión. Le estaba ayudando a resolver el caso, aunque resolver podría ser una expresión muy fuerte.. Si mi corazonada era correcta, y me gustaba pensar que era así, tenía información privilegiada de la que el padre de mi amiga nunca estuvo al corriente. El señor Foster era dueño de una empresa de seguros y la señora Foster manejaba la consulta de un pediatra local. Y aproximadamente hacía 30 años su hijo había sido secuestrado, para nunca ser encontrado. Yo estaba casi al cien por cien segura de que sabía que había pasado con él.
Me inclinaba hacia adelante presionando mi cuerpo contra el volante, intentando encontrar un mejor ángulo para ver al conductor del auto cuando la voz de mi tía Lil llegó hasta mí desde el asiento de atrás.
-¿Quién es el bombón cachondo?- preguntó, su cabello azul y el muy muy floreado solidificándose a su alrededor mientras se materializaba en mi retrovisor.
Lancé un guiño sobre mi hombro izquierdo. -Hola, tía Lil. ¿Qué tal estuvo tu viaje a Bangladesh?
-¡Oh, la comida!- agitó una mano de manera extravagante.- ¡La gente! Estaba en el paraíso, ya te digo. No literalmente, claro.- Se rió con deleite de su broma.
La tía Lil había muerto en los 60’s, un hecho que ella recientemente había descubierto. Así que, en realidad ella no había podido interactuar o comer con la población autóctona. Al menos no con la población autóctona que estaba viva. Nunca me la imaginaba visitando a otros muertos cuando viajaba. Aunque eso sería fascinante.
Ella señaló con un pulgar a mi nuevo amigo mientras movía sus cejas perfiladas con lápiz.-¿Nos vas a presentar?
La puerta del garaje se abrió y el conductor entró pero no cerró la puerta. Me dió esperanzas. Solo quería un vistazo. Echar una pequeña miradita.
-No es muy locuaz,- dije, entrecerrando los ojos para ver mejor cuando la puerta del conductor se abrió, -pero al menos creo que su apellido es Andrulis. Está en su tatuaje.
-¿Está tatuado?- Se inclinó hacia adelante y divisó el paquete del señor A. Era difícil de pasar por alto.
-¡Dios Bendito!- dijo, sus ojos abiertos por la impresión.
Antes de que pudiera ver al conductor, la puerta del garaje empezó a cerrarse. -Mierda- murmuré, inclinando mi cabeza al unísono con la puerta mientras bajaba hasta bloquear completamente mi vista.
Había visto el pie de una mujer mientras salía del coche antes de que la puerta se cerrara por completo. Eso era todo.
-Sin lugar a duda está bien dotado- dijo ella.
Apoyé la cabeza en el volante y solté un sonoro suspiro mientras la decepción se apoderaba de mí. Me había sido entregado un archivo que podía dar muchas piezas al rompecabezas que era Reyes Alexander Farrow, el que estaba cerca de ser mi prometido y los Foster eran una pieza fundamental de ese rompecabezas. Su primer hijo había sido secuestrado mientras dormía la siesta en su habitación. Como nunca hubo una solicitud de rescate y ningún testigo, el rastro se enfrió inmediatamente a pesar de una búsqueda masiva y las públicas súplicas de los padres. Pero el agente del FBI asignado al caso nunca se rindió. Él siempre había creído que había algo más detrás de este caso que un simple secuestro. Y también su hija. Nosotras habíamos trabajado en un par de casos juntas en el pasado. Ella conocía mi reputación resolviendo crímenes difíciles y me pidió que le echará un vistazo a este caso sin resolver que había sido la espina clavada en la existencia de su padre.
Y así fue como el secuestro de Reyes Farrow cayó en mi regazo. El era el niño que había sido abducido hacía casi treinta años antes. Le eché un vistazo al archivo metido entre mi asiento y la consola. Había tanto potencial ahí. Tanto dolor.
-¿No lo crees?
Parpadeé hacia mi tía Lil. -¿Si creo qué?
-Que está bien dotado.
-¡Ah, si, ya lo creo!- no pude evitar echarle otro vistazo. -Pero está tan… presente. Tan inevitable.- Retiré mi mirada y apunté a su tatuaje. -Entonces, el apellido Andrulis. ¿Te suena de algo?
-No, pero puedo investigar un poco. ver lo que hay por ahí. Lo que me recuerda, he tenido una idea que quiero que consideres.
Me giré hacia ella para poder mirarla mejor. -Dispara.
-Creo que deberíamos trabajar juntas.- Me dió con el codo en un lado alentadoramente, su brazo pasando a través del asiento para tocarme.
-Buuueeeno,- dije con una ligera sonrisa.
-¡Ja! Sabía que era una buena idea.- Su cara resplandecía, los tonos grisáceos de la vida después de la muerte se aclararon un poquito.
Podría funcionar. Podríamos ser el Dúo Dinámico. Lo único que sin capas, lamentablemente. Siempre había querido hacer buenas obras con una capa roja. O por lo menos una toalla de color malva.
Después de tomar otro trago de mi ahora tibio café moca, que era mejor que no tener un café moca cualquier día de la semana, le pregunté, -¿Estás pensando en cobrar un salario?
-De la manera en que yo lo veo, es mejor que nos dividamos las ganancias a medias.
-Contuve una sonrisa. -Esa es la manera en que tu lo ves, ¿no?
-Ah, probablemente necesitaremos nombres clave.
Su sugerencia hizo que me ahogará con el siguiente trago. -¿Nombres clave?- pregunté mientras tosía.
-Y frases en clave como “El sol nunca se oculta en el este”. Que podría significar, “Pasa al plan B”. O podría significar “Busquemos algo que comer antes de que el hombre regrese”.
-¿El hombre?- Ella realmente había pensado en ello.
-O podría significar, “¿Cómo quitas las manchas de sangre de la seda?”. Porque nosotros los investigadores privados necesitamos saber ese tipo de cosas.
-Estoy segura de que tienes razón.- El archivo captó otra vez mi atención y volví la mirada a la casa de los Foster. -La sangre puede ser testaruda.- A lo mejor debería simplemente acercarme y tocar a la puerta. Podría decir que estaba ayudando a una amiga en un viejo caso. Podría preguntar si había algún nuevo descubrimiento del que no habíamos sido informados. Podría preguntar si sabían que el hombre que recientemente había salido de la cárcel después de estar en ella diez años por un crimen que no cometió era su hijo. Podría preguntarles si sabían por lo que él había pasado, lo que había sufrido a manos del hombre que lo había criado. ¿Pero qué bien le haría a nadie agregar culpa a la culpa?
-¿Estás bien, mejillas de calabaza?
Me deshice de mis pensamientos. -Sip, solamente que… bueno, dos horas tiradas por el fregadero y ¿para qué?- Hice un gesto hacia la casa de los Foster. -Un pie en un buen zapato manejando un buen coche.
Ella miró a través de la calle hacia la casa. -¿Qué esperabas ver?
Su pregunta me cogió por sorpresa. Hasta yo me preguntaba qué era lo que estaba realmente haciendo allí. ¿Estaba simplemente queriendo ver a la mujer que posiblemente había traído al mundo al hombre de mis sueños? ¿Quería echarle un vistazo al hombre que podría ser su padre humano?
Reyes era el hijo de Satanás, forjado en los fuegos del infierno, pero había nacido en la tierra para estar conmigo. Para crecer conmigo. Había hecho sus deberes y había escogido una pareja estable y profesional para ser sus padres humanos. Había planeado que ambos fuéramos a las mismas escuelas, que compráramos en las mismas tiendas y que comiéramos en los mismos restaurantes. Penosamente, hasta los planes mejor estructurados salían mal.
-No estoy segura, tía Lil.- ¿Qué era lo que estaba esperando ver? ¿Un vistazo del pasado de Reyes? ¿O su futuro? ¿Cómo se vería en los años venideros? Ya que habían pasado un par de días desde que un loco intentará matarme estaba intentando no precipitarme terriblemente en ninguna situación, sin importar lo inocua que se viera en la superficie. Había decidido tomarme la semana libre. El comportamiento temerario tendría que esperar hasta que hubiera sanado un poco más.
-¡Dios mío!, no hagas eso. No puedes ir por ahí llamándome tía Lil queramos o no. Definitivamente necesitaremos nombres clave. ¿Qué te parece Cleopatra?
Me reí en voz baja. -Creo que será perfecto.
-¡Oh! ¡Gabardinas! ¡Vamos a necesitar gabardinas!
-¿Gabardinas?
-Y sombreros de fieltro.
Antes de que pudiera cuestionar su último comentario se había ido. Desvanecido. Largado .
Amaba a esa mujer. Llevaba la excentricidad a un nuevo nivel. Aún así, tenía trabajo que hacer y estar sentada acechando para echar un vistazo a los Foster era ridículo. Encendí a Misery, cogí las galletitas saladas y me metí un buen puñado en la boca y un segundo después sonó el teléfono. Naturalmente. ¿Qué otra cosa podría pasar?
Me apresuré en masticar y tragar antes de contestar la llamada de mi mejor amiga. Cookie era una trabajadora económica, lo que la hacía, en mi humilde opinión, la mejor recepcionista de todo Albuquerque. Pero también era muy buena en su trabajo. Le había asignado la tarea de encontrar cualquier información importante sobre los Foster. Ella estaba tan fascinada como lo estaba yo.
Después de otro trago grande para bajar la comida, por fin contesté. -¿Crees que si solamente me alimentara de galletitas saladas con sabor a queso y de café, finalmente moriría de mal nutrición?
-Tuvieron otro hijo,- dijo con la voz llena de asombro.
No tenía ni idea de que tenía que ver su comentario con mi pregunta. -¿Él come galletitas saladas con sabor a queso?
-Los Foster
Me erguí al instante. -¿Puedes repetir eso?
-Los Foster tuvieron otro hijo.
-Imposible
-Posible.- Escuché las puntas de sus dedos viajando en el teclado de la computadora mientras hacía su magia. -Muy muy posible.
-¿Después de Reyes?
-Si. Tres años después de que lo secuestraran.
-¿Comprendes lo que esto significa?- Le pregunté con mi asombro uniéndose al de ella.
-Claro que lo comprendo.
-Reyes Farrow…
-...tiene un hermano.
#MenudaMierda


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