
Pronto, Tegan se vuelve más que eso. Él es un chico que le enseña a boxear cuando ha tenido un mal día. Que trota con ella y la deja marcar el ritmo. Quien la besa hasta derretirla. La hace sentir bella a pesar de lo que dice la báscula. A diferencia de su madre, él no espera la perfección, y no trata de protegerla del mundo como su madre y mejor amigo. A Tegan le gusta ella tal cual es. Pero, ¿Qué sucederá cuando él no este allí? Él no puede esta allí siempre…
¿Podrá ser Annabel capaz de valerse por sí misma y aprender que ella ya está a la altura? ¿Qué su valor no radica en lo que el mundo piensa, lo que la bascula marca, o incluso lo que Tegan le dice… si no en sí misma?
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